VIDEO con MI VOZ:
"DUDAS..."
Ella desliza el lápiz por la espiral de su blog, aplazando lo inevitable: desahogarse en letras que describan lo que el dolor le dictaba.
Ella desliza el lápiz por la espiral de su blog, aplazando lo inevitable: desahogarse en letras que describan lo que el dolor le dictaba.
Duda de
si quiere hacerlo...
Duda si
conseguirá acabarlo sin romper los folios
ante la
impotencia de lo inútil de haberlo comenzado.
Duda del sentir de las emociones
que, en nombre del amor,
le habían expresado.
Duda de cada ‘te quiero’, de cada ‘para siempre’ que le fue entregado.
Duda de que todo lo compartido
fuera a lo que entregó, igualado.
Duda de lo que las palabras le
cuentan, e incluso duda de lo que le han ocultado.
Y por fin, escribe:
“Qué poco creíble es el verbo de quien se define guerrero, si éste
abandona la batalla que por su, supuesto, más alto ideal estaba librando.
Qué dolor producen las agujas de la indiferencia del que dice amar,
ante el dolor de su ser amado.
Y si en sus manos está el poder de paliar o resolver... ¡qué miserable
es mirar hacia otro lado!
Interrogantes contenidas.
Ansiedades ahogadas.
Desconfianzas calladas.
Imposibles llegadas sin idas…
Boca amordazada de quien se sabe que su partida no será sufrida ni en
falta echada, porque en corto plazo… se la habrá olvidado”.
Ella cierra su blog.
Ni puede ni quiere continuar
escribiendo.
Advirtiendo su estado ruinoso,
y en su querencia de desterrar el
caos y confusión,
decide lanzarse a batallar sin
protección,
sólo con su férrea voluntad y su
noble corazón
con el fin de hallar respuestas,
de querer reconocer el significado
original,
y no lo que su mente interpretó o transmitió.
Se propondrá sustituir sombras
por claridad.
Lagunas por fundamentos.
Certezas por lo que imaginó.
Y así, poder escribir en su blog
de espiral, palabras que nunca escribió.
Harta, en los últimos tiempos, de observar
cómo cada vez que rompía el retrovisor de su historia, éste se volvía a recomponer,
cómo cada vez que rompía el retrovisor de su historia, éste se volvía a recomponer,
orientándose siempre hacia la
misma dirección.
¿…?
Quizás había otra opción, pues
debido al cansancio,
miedo y anhelo que le provocaba la ausente proximidad de su amado, sólo le quedaban fuerzas para esperar y dejar transcurrir el tiempo.
miedo y anhelo que le provocaba la ausente proximidad de su amado, sólo le quedaban fuerzas para esperar y dejar transcurrir el tiempo.
Sobre sus rejas se alza un arco
de piedra con su nombre tallado, nombre con letras que se cuentan…
¡con los dedos de una mano!
Geles Calderón