“ESPERANZA, PLUMA, NAVAJA”
Esperanza, pluma y
navaja en su aire se acurrucan. Tres caras de moneda en una, mientras descalza
camina esquivando zarzas de dolor, descuidando el suelo de su realidad que se
abre bajo sus pies en barrancos, sin importarle los vértigos.
Ya nada
la llena, ya todo es el menos de lo menos que ella necesitara. Ya se
rindió a lo que tan viva, antes, a vivir la empujaba.
Las calles repletas
ensanchan sus silencios, ya no la conforta lo poco que en su mucho le cabe, y
la enturbian las respuestas que se da a las preguntas que a solas se hace.
Ya no tiene ilusión,
la alegría ya no le sale. Tambaleante cruza en rojo las calles, mientras
observa como bailan solas las muletas que le servían de apoyo antes.
Creyendo
en lo diestro de zurdas ajenas, perdió lo que tuvo antes de tenerlo, y
esperando giro o esfuerzo de la otra orilla… gastó la esperanza en falso anhelo.
Razones
sin razón que en nombre de la mala espina pisan los pétalos de las rosas,
arrastrando su pena por el fango en las calles de los desvelos. Rosas que florecen donde el latido
crece, goteando en la boca como los sueños que comprimimos en versos y
disfrutamos gota a gota.
La bondad y el
sacrificio ¿qué importan?, qué más da una vida entera de entrega sin memoria,
cuando lo único que importó es que “ella estaba”… para seguir estando cada vez
que la necesitaban.
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